Tras su última jugada, lancé el anillo lejos, armé un viejo bolso con ropa, algo de plata y salí de allí, no sin antes darle una bofetada y decirle que era una puta. "Haz lo que quieras con la casa, aun así no podrás venderla." le dije. Ya en el portón, le eché una última mirada a aquella casa estilo colonial tan bonita que adornó mis inviernos más fríos junto a ella.
Este era el último día de invierno en que compartíamos la misma cama. Mientras recordaba sus últimas palabras, hacía mi camino hacia El Golf. Ya era medianoche.
Este era el último día de invierno en que compartíamos la misma cama. Mientras recordaba sus últimas palabras, hacía mi camino hacia El Golf. Ya era medianoche.
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